Quique Vasallo fue, como siempre, rotundo en su alegato en favor de la introspección permanente, duela lo que duela, presentó su obra magistralmente ante un público más que numeroso, cautivo de una poética desafiante. La Sala Aleatoria estaba repleta cuando Luis Folgado, en nombre del Grupo Editorial Caudal al que pertenece el sello editorial La poesía mancha, dio las gracias a los asistentes, al responsable de la selección de autores, el escritor Carlos Salem, y al propio Quique Vasallo por luchar en pos de una poesía próxima a la juventud de ahora y muy alejada de la concepción dieciochesca de la rima y la métrica. Posteriormente, Carlos Salem presentó al poeta y lo aproximó, aún más, a un público que había acudido a beber poesía.
Concluidas las formalidades, el esperado recital llegó y la obra No disparen al poeta salió como una bala por la voz de un Vasallo pleno que no escatimó poesía, entre trago y trago, derrochando sentires que los asistentes recogían entre aplausos. Fueron muchos, sí muchos, los que compartieron sobre las mesas de Aleatoria pedazos de esta poesía en crudo, sin aderezos, conservantes o estabilizantes. Algunas de aquellas almas ya sabían de las andanzas del vallisoletano y de cómo se las gastaba con un libro por delante, otros descubrían su canto viril y sus brindis al gran Bukowski en una noche que se hizo corta desde el principio y que nos entregó a un Quique brillante y generoso.
Finalmente y como avance de su obra, también publicada bajo este sello editorial, Mañana fuimos domingo, Miriam Martins nos hipnotizó con la magia de sus poemas y nos dejó bien claro, de una vez por todas, que el amor es el único alfa y omega posible. Ya estamos deseosos de conocer el pastel prometido, del que solo nos ofreció una exigua guinda que supo a casi nada porque lo quisimos todo.
Objetivo cumplido, pues, La poesía mancha arranca con un primer libro magnífico en una edición muy cuidada en la que se ha tenido en cuenta el más mínimo detalle para que sea mucho más que un libro: un pedazo de arte que contiene poesía dentro; poesía de la buena.
Sirvan estas líneas como agradecimiento a todos los que nos honraron con su deliciosa presencia.