En un lugar lleno de poesía y de amantes de la poesía, Miriam Martins nos presentó su última obra: Mañana fuimos domingo, con la que persiste —afortunadamente— en su creatividad sin límites. Esta joven poeta y actriz es todo un espectáculo cuando se pone frente a un libro y dispara ráfagas de sentimientos y emociones que reviven o matan a quiénes tienen la suerte de estar ante ella, desnuda de prejuicios, sin más límite que los que impone el castellano con todos sus destellos brillantes. Su puesta en escena resulta tan magistral que nos evoca al mismísimo Rafael Alberti y su cadencia de sabor marino o a la Rosalía de Castro de las olas gigantes que rompen bramando.
Carlos Salem hizo los honores y presentó a Miriam como una poeta valiente que empuña ora la pluma ora la espada de heroína mujer. La sala oficial de presentaciones de La poesía mancha, la entrañable Aleatoria de la Plaza del dos de mayo, estaba repleta de un escogido público al cabo, siempre, de novedades distintas capaces de poner los puntos sobre las íes de las letras más actuales en plena capital del reino.
La poemas de Miriam la desnudan y la entregan en puridad a aquellos que eligen el amor intemporal; efímero. Poesía nada dulzona, la de Miriam, a medias entre el frenesí desgarrador de tálamos y la evocación de los que no pudieron consumarse.
Solo para amantes de la buena literatura, ya está a la venta esta obra a la que auguramos venturas duraderas.
¡Gracias, Miriam!