QUE LAS ALMAS VUELAN, SIN NECESIDAD DE VIENTO
Dará igual lo que digas ser,
lo que me digas al oído en susurros.
Darán igual tus besos tiernos en mi piel.
También tus mensajes de deseo sin un porqué.
Dará igual las veces que leí que deseabas verme…
O que añorabas mi compañía frente a aquella luna.
¡Mentira!
Seamos sinceros.
¡Solo querías cuerpo!
Ni hablemos de almas, de sentimientos;
no sabes lo que es eso.
En el fondo me generó pena,
ver cómo pudiste moverte entre el cielo y el infierno.
Y elegiste el ascensor, a un mundo,
de todo menos eterno.
Yo si doy es porque tengo.
No porque robe, sino porque creé.
Lo más bonito que poseo:
mi alma, mi cuerpo, mi ser, mi aliento.
Mis ganas de demostrar que las almas vuelan,
sin necesidad de viento
QUE NUNCA JAMÁS VOLVERÁ
¡Qué será!
¿Conoces esa sensación,
al atragantarse al hablar?
¿O aquella que no te deja mirar, en los ojos,
de nadie más?
¿Conoces las ganas de querer saltar?
Y las mil razones que encontraste,
para echarte atrás.
¿Sabéis la historia del cuento de nunca jamás?
De toda ella lo único cierto era:
que nunca jamás
volverá.
SALTO AL MÁS ALLÁ
Lloro por las futuras pérdidas,
al mismo tiempo que me seco las lágrimas,
para mañana no tenerlas…
Grito por el dolor que me genera en el estómago
saber que Judas siempre vivió a mi lado.
Salto para dejar atrás cosas
que cuando vuelvo a pisar siguen ahí…
Abrazo, porque es lo único que llena almas.
Beso, porque incluso al más desalmado
se le estremece el corazón
cuando alguien le besa con amor.
Tiendo la mano,
tanto al que se fue como al que se quedó,
siempre antes al pobre que al rico.
Siempre antes al bebé que a nosotros mismos.
¿Quién puede presumir de caridad?
De dar sin esperar recibir,
sin más.