Yo no soy de los que escriben bonito
ni finales felices
porque ni la vida es bonita
ni sé que es un final feliz
(excepto si es de un masaje).
. . .
Me duelen los codos
de chaparme las barras de los bares
barriendo para dentro
cuando te pones de morros;
porque abrir el corazón
ya es hacerse una herida
cuando vamos andando por la vida
sin manos,
y con la primera caída
nos dejamos los piños
y en la última,
en la última,
se nos sale el corazón.
. . .
Y yo he pensado mil veces
en aquella carrera a tu casa
y parece que,
cada vez,
la recorro más rápido
que la sinapsis de mis neuronas.
De tanto pensar en ellos
ya no son normales tus ojos
ahora son fuegos fatuos
que iluminan, velando,
la oscuridad de mis recuerdos.
Tu culo no era tan bueno
creo que tan solo lo he pensado mucho.
…