Vengo de un sitio
Vengo de un sitio
donde la arena es tan blanca
que deslumbra.
Y las aguas claras, tranquilas
en ellas te sientes casi protegida.
Acabas acostumbrándote a la abuela
deshilachando la tela,
y a sus miradas inagotables
en un horizonte feroz.
Bajo un sol asfixiante, los hilos de luz
se hacen despertar
y las caídas al infierno
de quién juega a aguantar más
son a diario.
Estas actitudes de sal en la boca
incrustadas hasta los huesos
de que todo lo sabemos,
todo lo enseñamos,
ya son faro de existencia.
¿Con qué bloque de cemento
se puede contener la historia
de aquel que desgarra
los muros de lo desconocido?
¿Para qué malgastar tanto el alba?
Al fin y al cabo el calor
sólo puede darlo el fuego.
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Nuestra condena
claramente es una
cuestión de índole.
Aislados por el mar,
mientras intentamos asomarnos al mundo.
Fugitivos, transeúntes, partidarios de Libertad,
pero necesitados de un sitio al que llamar Casa.
Nunca hemos pensado en hacernos un abrigo.
¿Para qué? Si no hay miedo al despiste,
ni a la herida.
Hace tiempo nuestra piel cicatrizó con el vinagre de la opresión.
Y ahora nos conformamos con reconocer a las almas semejantes.
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La nostra condanna
chiaramente
una questione d’indole.
Isolati dal mare,
mentre proviamo ad affacciarci al mondo.
Fuggitivi, nomadi, sostenitori della Libertà.
ma bisognosi di un luogo da poter chiamare Casa.
Non abbiamo mai pensato di cucirci un cappotto.
Perché dovremmo? Se non abbiamo paura di perderci,
né di ferirci.
Già da tempo la nostra pelle si è cicatrizzata
grazie all’aceto dell’oppressione.
Adesso l’unico appagamento possibile è riconoscere
le anime a noi simili.